Cuando el caos
atraviesa la puerta ubicada en la calle FELICIDAD es cuando gritamos y
pataleamos ilusionados con que no lo dejaríamos entrar, pero cuando termina
entrando arrastrando todo a su paso llegas a odiar las paredes que construiste,
la cama que te inspiró, la luz que te hacía escribir una línea mas, todo se
apaga, tus ganas, tu cabeza, un caos del todo malo, que arrastra consigo los
cuerpos que se amaban y deja a su paso una ola de fantasmas que no se saludan
en los pasillos, que nunca se susurran un te
quiero y que les cuesta dejar caer una sonrisa, son épocas en las que un apretón
de manos significa una pérdida mucho más grande que las de moneda corriente,
empeñados en ganar una partida que no tiene perdedores, pero tiene una apuesta,
el orgullos de muchos, el fantasma de la maldad que se apodera de cada lagrima,
cada paso se volvió un acertijo, una mirada era un mapa y mis lágrimas un grito
de SOCORRO.