Caminando
por el jardín me tomé con una fuerte lluvia que no cesaba, perdí el
glamour de mis ropas nuevas, mi maquillaje era
para que se rieran justo y solo de él, mi
cara era la de el peor de los payasos, pero
no corrí, me quedé observando como la lluvia
arrastraba todo, los papeles, las hojas,
hasta llegaba a percibir que los autos no se escondían
de la lluvia, si no que ella los correteaba. En ese instante me di cuenta, ella había sido arrastrada por mi lluvia, yo que tan tonta
pensaba que era algo que tenía que suceder y quien desato esa lluvia fui
yo, yo
la llevé a auxiliarse bajo los brazos de ese estúpido que la engañaba, que porque
lo hice? POR IDIOTA. Y
aunque dicen que se trata del paso de los años,
yo creo que fue en cuestión de segundos en los que
me sorprendió el cambio: ella era la misma,
yo no era la misma, la que tantas veces había
corrido hacía la corriente y se había tropezado ante su imposibilidad para ganar.
Ella era un delfín, pero
nunca un delfín se acercó a la costa para gritarle a alguien TU PUEDES NADAR, ella no fue ni sería nunca la que rompa las reglas de los delfines.