Si en mis últimos momentos me pidieran por
maldad recordar un instante preciso me recordaría aquel pasillo de arboles
gigantes que formaban una sombra nunca antes vista, caminando con dos colitas
en mi pelo y cantando “Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña” no
precisamente por lo feliz que me sentía ante tan terrorífico escenario sino porque
es el recuerdo mejor creado que pude lograr, no hace falta que sea cierto, de
hecho, quizás lo es, la verdad no importa, pero me río recordando esa película
de terror que viví caminando a los 3 años por las tierras patagónicas.