22 sept 2012


Cualquier naranja es naranja y todo humo me hace mal. Puedo formar una galaxia cuando me duermo, más nunca seré astronauta sabes? No me decidí a planear cuando estaba acostada en esa cama de hospital y no lo haré ahora que quiero volver. Nadie entenderá, ni los más hermosos poetas que me rodean, entender por qué ya no parece tan dramática esas horas de muerte, las lagrimas se volvieron para mí una lluvia de las que caen con sol, pero nadie se desespera por buscar el arcoíris; será que todos cayeron  en el pozo, ese del que tanto se habla, el de la negación. No pasa un día en el que no me recuerdo pidiendo por favor unas gotas de agua, acordándome de esa enfermera, que aunque perdí su rostro me acuerdo de sus palabras diciendo “No puedo darte más, PERDÓN”, todos lloraban viéndome. Aún hoy, a veces siento ese dolor, el de un áspero y maldito destino agujereándome el abdomen. Después de tanto tiempo alzo mi frente y no digo más que GRACIAS QUE ME PASÓ A MÍ.